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Mostrando entradas de mayo, 2018

canto 1

Serán ahora estudiados el concepto literatura, las obras que pertenecen a este concepto, y qué es la teoría de la literatura. Empezaremos, en cualquier caso, por el término literatura; un estudio diacrónico será sin duda clave para la comprensión de tan cambiante vocablo. Etimológicamente, literatura viene del latín LITERATTURRE, y este del griego GRAMATICÓS. Antaño, en estas lenguas muertas, el vocablo hacía referencia a ‘’todo el saber relacionado con el arte de leer y escribir’’, pero el término evolucionó y evolucionó. En el siglo XVII, época de ciencias y que trae la aparición de los géneros literarios, ‘’literatura’’ pasa a denominar la literatura de un país, y al fenómeno literario. Es en el romanticismo cuando la palabra coge los tantos matices que tiene, y se entiende por ‘’literatura’’ las obras de un país, de una época, de un género, historia de la literatura; una definición en particular fue el ‘’tout le rest est lieteratture’’, frase emitida para referirse de f

Una mujer fuerte.

La valiente muchacha estaba allí, frente al pulegium, pensando. No le importaba el hecho de la violación, pues en realidad ni era la primera vez ni sería la última; es la maldición de la esclava. En cualquier caso, eso le daba igual. ¿Qué importaba la procedencia? El problema era que si paría, su hijo pasaría inmediatamente a ser posesión de su amo, y esto la enloquecía. No quería traer un hijo al mundo que, llevando su propia sangre, hubiera de servir al hombre que la agredía física y sexualmente. Tampoco era la idea de pasarse con la dosis y morir lo que le impedía alzar el té y tomarlo; esto tampoco le parecía demasiado relevante. Es más, así podría reencontrarse con sus padres, y con su hermano, y con todo su pueblo. Intoxicarse gravemente y quedar enferma, débil e inútil tampoco era lo que frenaba su mano. Lo que frenaba su mano era que ella quería ver al niño; quería sostenerlo en sus brazos y besarlo; quería verlo crecer, y oírle hablar, y enseñarle cosas; quería quer

Un Poco de Risa. (Cap. 3, parte 4)Fin.

Último capítulo. Son las cuatro de la madrugada, y un ataque de tos frenético acaba de levantarme de la cama. La dificultad que encuentro para respirar es inmensa, y apenas puedo escribir. Creo que llega mi hora, que muero… De nuevo la tos me ha atacado, y tras unos minutos insufribles he vomitado sangre. Ahora me encuentro un poco mejor: me arde el pecho y la garganta, pero la maldita tos me ha abandonado. Mi tembloroso pulso apenas me deja escribir, y ahora recuerdos de dicha y dolor me asaltan. Recuerdo tantas cosas… Maldición, he llorado quince minutos y me he quedado dormido. Son casi las cinco y media. Sinceramente, me creía muerto. Estoy completamente seguro de no haber soñado. Un grupo de chavales me ha despertado al huir de unos policías. Malditos críos, van a obligarme a terminar mi relato. Espero que el lector no me odie tanto como me odio yo, aunque creo que no es posible. Tengo treinta y cuatro años, he matado, muerto, odiado y sentido; he v

Un Poco de Risa (Cap3. parte 3)

No sé cuántas noche pasé sin dormir, y no puedo acordarme de cuánto sufrí. Desde luego, nunca me recuperé, y desde que me supe la vida se convirtió en un suplicio. No fue porque saberse a uno mismo te destruya, sino porque yo, con las cosas horribles y deleznables que había hecho, por el amor que siempre anhelé y nunca tuve, y por las estúpidas traiciones que varias veces había roído, al saberme me supe horrible. Me supe un ser deleznable, asqueado, olvidado y nunca querido, y además me supe merecedor de todo ello. Sé que desde entonces todo cambió. Dejaron de interesarme por completo las idioteces que siempre me habían interesado, y empecé a vivir por primera vez. Pensaba qué quería, y luego lo intentaba conseguir usando los medios que yo quería usar; indagaba por qué lloraba, y al descubrirlo me sentía algo mejor y me podía dar consuelo; en definitiva, viví, y yo nunca antes había vivido. Al contrario de lo que se puedo uno imaginar, al buscar en mí no hallaba deseos de enc

Un Poco de Risa (Cap.3, parte 2)

Tanto temí durante tanto tiempo a la soledad, que cuando llegó no me di cuenta, sino que seguí temiendo su llegada; cuánto tiempo pasé abrazándola con miedo a su aparición no lo sabe nadie, y a nadie le debe importar. Lo que sí ha de importar es cómo cambió mi existencia. Tanto miedo me daba estar solo que no pude ver que siempre había estado solo, y tanto miedo me daba pensarme que nunca trate siquiera de pensarlo. Sí, me he sentido roto, abandonado, asesino y asesinado, pero nunca pude sentirme solo ni aun estándolo. Como la injusticia del juez, o como el egoísmo del generoso o la pobreza del rico; como lo repugnante de lo impecable y como el victoriosamente vencido; así vive el solo acompañado, como el que en vida muere y el que en la muerte vive, así subsiste el que vive en soledad sin conocer la soledad. No puedo decir que fuera más feliz entonces, pues estaría mintiendo. No puedo tampoco pensar que en aquella época saliera yo de mi alienación, pues creo que nadie aban

Un Poco de Risa (Cap.3, parte 1)

Me doy cuenta ahora, tras una noche de no dormir, de que estoy encarando mal el asunto de mi relato. Acabarán odiándome todos y cada uno de mis oyentes si siguiera narrando los horribles, deleznables e infames actos que cometí. Es mejor, sin duda alguna, que enseñe al espectador cómo el mundo me flageló y dobló, pues conseguiré así que el lector sepa que sufrí más que cualquiera de mis victimas, y será más probable que se apiade de mí. No soy yo un Mr. Hyde que mate y guste de matar, sino un Frankestein, sin conocimiento de mí mismo, abandonado, falto de humanidad y de padres que me amaran. Bastante tiempo después de mis asesinatos, cuando tenía ya unos veinticinco años, ya no me juntaba con El Carlitos ni el Negro. No contaré ahora por qué, pero tal vez lo haga en algún momento. El caso es que sólo quedábamos el Tronko, el Varo y yo. Ya no eramos respetados en las calles, ni nos interesaba. Vivíamos en un barrio muy, muy humilde, en pequeñas chozas inmediatas unas a otras. El Va