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Mostrando entradas de octubre, 2017

Volver al Medievo

¿Qué no daría yo, por regresar atrás, y vivir el Medievo? Y no sería en busca de la felicidad, sino para buscar una verdadera forma de vida; una vida que permita vivir y amar según como manda el mundo, y no como dicta una sociedad. Andar por un camino de piedra y tierra, y no poder descansar hasta alcanzar tu destino; no poder sentarse y esperar dormido a que el viaje acabe. Tener que hablar para preguntar, saber que para odiar, primero es necesario conocer al odiado. Que no me digan, sin darme yo cuenta, lo que debo hacer, sino poder elegir mi sino, aunque éste esté formado por trabajos y suplicios. Arrodillarme, de ser necesario, ante mi rey; hacerlo porque él tiene el poder, y porque igual que hoy otros heredan dinero, él heredó su poder, y tristemente el humano siempre es injusto y cruel. Poder algún día, si mi dios me es propicio, armarme como caballero, y jurar proteger, amar y defender; en definitiva, vivir la vida que a día de hoy imagino, vivir la única vida por la que

El día del padre 2015

El hombre había recorrido un largo y recto camino durante toda su vida. Nació y echó a andar por el camino que se le decía, como todos, pero pronto se convirtió en su propio guía, importándole menos y menos lo que decían los demás. Hasta donde le llegaba la memoria, no había conocido otra cosa que el llano y continuo camino que él mismo había moldeado. Allí vivía bien, y como él mismo había forjado la senda, podía parar cuando lo deseaba para observar las cosas que le interesaban o marcar su propio ritmo al caminar. No se veía el fin del sendero que seguía; pero tampoco la adversidad, así que el hombre lo seguía con entusiasmo. Un día, el hombre se hizo padre, así que hubo de proseguir el viaje con su retoño. La ruta se hizo entonces más difícil. Quedó atrás la llana y apacible llanura que había seguido, y una enorme montaña se elevó ante ellos. Comenzaron el ascenso con tranquilidad. El padre llevaba al niño en brazos, y le hablaba para que el niño aprendiera. Pronto le conte

''La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no la más sublime de las inteligencias.''

Hubo una vez un sabio, una leyenda que vive en muerte, que como legado le dejó al mundo su sabiduría y su mente; un hombre cuya inteligencia sobrepasa su época (y posiblemente la nuestra); un literato cuya genialidad está fuera de toda duda: E.A.P. No pararemos aquí a hablar de su persona, ni siquiera de su literatura. Solo comentaremos, o trataremos de comentar, una frase, una sentencia: ''La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no la más sublime de las inteligencias.'' Este ilógico, parabólico,   razonamiento que a priori parece una memez, no dejaría de impresionarme si fuera emitido en el siglo XXI. Imagínense a un Rajoy o a un Iglesias emitiendo esta clase de juicios, alejando la estupidez de la locura y la inteligencia del raciocinio. ¿Implica esto acaso que, con la evolución, la estupenda frase de E.A.P quedó arcaica y obsoleta? ¿O tal vez una de las mentes más brillantes de la historia del hombre dijo una memez? Yo, que estudio filología,

Poema

A veces pienso en la vida; Pienso en mis seres queridos, En esos que ni se han ido, Ni se irán. Pienso en mi fin, y en mi ida, Y en cómo ellos, ya extinto, Una vez haya partido, Podrán soñar con la vida. Y lo harán. No son, en cualquier caso, las lágrimas  v ertidas Lo que trae el ocaso y en dos mi ánima parte, Sino el imaginar lo que ellos pensarán; A estos que alguna vez vieron a bien amarme, ¿Aun peor les irá, y sus negras entrañas quedarán? Ya sé que todos lloran a un amigo o a un hijo, pero es que no comprendo qué iban a extrañar. ¿Quién de todos lo hombres ha visto en mí - un Héctor, Y no al cruel asesino que muerte le daría? No veo motivo para pensar Que sin mí sus vidas a empeorar fueran, Pues no doy de más, ni pido de menos, Y aunque me quieran, no me lo merezco.