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Mostrando entradas de enero, 2018

La soledad, los Hados.

De cuando escribo son ceniza las virutas, Y la niebla y la ruta son sólo humo y alcohol Y todo lo prohibido. Y sólo loco y solo me siento acompañado, sabiendo que estoy loco. Y al oír a los Hados, y al leer cada canto, Y cuando toco el suelo o cuando noto un beso, Solo y en esos momentos es cuando siento. Siento, Siento la vida, goces, pesadillas, martirios. Y al correr de la tinta, siento a dioses paganos, De nuevo, sí, los hados. El hado que mi vida Hile y cose a su antojo, fustiga, daña, hiere; verlo y arder mis ojos, no verlo y nada veo Pero también me mantienen en vida. Y yo los necesito aquí, conmigo, Siempre, para, así, aliviar mis fatigas, Siempre, y para darle a todo sentido, No como un hada que guía mi vida Sino como el sentido de mi vida.

Mamá, tenemos que hablar.

Tenía frío, mucho frío. No podía parar de moverme, ni parar de pensar. Esperaba sentado en la cocina a mi madre, sólo a mi madre. La melena me molestaba más que nunca, y aun sin que los pelos llegaran a darme en los ojos no podía parar de mover la cabeza para tirar el flequillo de un lado a otro. Mi madre se sentó; ella sabía que tenía algo terriblemente importante que decirle. Tenía mucho frío. -           ¿Qué ocurre, hijo? –Me dijo visiblemente afectada por mi estado. -           Tengo que decirte algo, mamá. – Le respondí yo, temblando. -           ¿Pero qué te pasa? ¿Es algo del cole? – Me miraba sufriendo, pues sabía que lo estaba pasando mal, lo notaba, lo sabía. Moví la cabeza sonriendo y conseguí pronunciar un ‘’ajá’’. - ¡Oh! Espera un segundo. –Añadió mientras mi padre, con su uniforme militar, entró a por una cerveza y se fue sin decir palabra. - ¿Es algo malo? –Siguió cuando se fue. -           No.- Respondí lacónicamente y aún sonriendo. ¿Por qué diablos no po

Aquella fue la noche.

Aquella fue la noche de la locura y de la muerte; aquella fue la noche en la que todo terminó y comenzó; aquella noche nací y morí. La ausencia de la luna o de luces artificiales sumieron al poblado en la más terrible oscuridad. El soporífero sonido de la naturaleza me mantenía en mis sueños y privábame de despertar, y así, en la noche, viví lo que se me niega en el mundo de la vigilia. Al despertar, marché al trabajo, como siempre al despertar.