De cuando escribo son ceniza las virutas,
Y la niebla y la ruta son sólo humo y alcohol
Y todo lo prohibido. Y sólo loco y solo
me siento acompañado, sabiendo que estoy loco.
Y al oír a los Hados, y al leer cada canto,
Y cuando toco el suelo o cuando noto un beso,
Solo y en esos momentos es cuando siento. Siento,
Siento la vida, goces, pesadillas, martirios.
Y al correr de la tinta, siento a dioses paganos,
De nuevo, sí, los hados. El hado que mi vida
Hile y cose a su antojo, fustiga, daña, hiere;
verlo y arder mis ojos, no verlo y nada veo
Pero también me mantienen en vida.
Y yo los necesito aquí, conmigo,
Siempre, para, así, aliviar mis fatigas,
Siempre, y para darle a todo sentido,
No como un hada que guía mi vida
Sino como el sentido de mi vida.
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