Serán ahora
estudiados el concepto literatura, las obras que pertenecen a este
concepto, y qué es la teoría de la literatura. Empezaremos, en
cualquier caso, por el término literatura; un estudio diacrónico
será sin duda clave para la comprensión de tan cambiante vocablo.
Etimológicamente,
literatura viene del latín LITERATTURRE, y este del griego
GRAMATICÓS. Antaño, en estas lenguas muertas, el vocablo hacía referencia a ‘’todo el saber relacionado con el arte de
leer y escribir’’, pero el término evolucionó y evolucionó. En
el siglo XVII, época de ciencias y que trae la aparición de los
géneros literarios, ‘’literatura’’ pasa a denominar la
literatura de un país, y al fenómeno literario.
Es en el
romanticismo cuando la palabra coge los tantos matices que tiene, y
se entiende por ‘’literatura’’ las obras de un país, de una
época, de un género, historia de la literatura; una definición en
particular fue el ‘’tout le rest est lieteratture’’, frase
emitida para referirse de forma despectiva a la literatura en prosa y
dando sólo valor a la poesía.
En cualquier caso,
de haber que tomar una definición del romanticismo para definir el
término en cuestión, la sentencia debe ser que la literatura es
‘una actividad estética y, en consecuencia, sus productos, sus
obras.’
El prof. Coelho dio
la siguiente definición: ‘Pertenecen a la literatura, según el
concepto hoy dominante, pero frecuentemente obliterado, las obras
estéticas de expresión verbal, oral o escrita.’ Esto es, teniendo
en cuenta que este principio es negado por muchos, la literatura es
cualquier expresión estética, es decir bella, que se haga no sólo
escribiendo, sino también hablando.
Vista un poco más
de cerca la evolución del término, respondamos ahora a por qué
pertenece una obra a la literatura. Para ello, será necesario hablar
del lenguaje literario. Efectivamente, cuando se hace literatura el
autor no se expresa de la misma forma que en su día a día, sino que
la literatura tiene su propio lenguaje que difiere mucho del
coloquial o formal. Veamos sus características:
El lenguaje
literario se caracteriza por el uso de palabras connotativas, esto
es, palabras cuyo núcleo léxico tengan varias connotaciones, por
ejemplo, libertad, muerte, amor. Estos vocablos no sólo se usan por
su significado, sino por la idea que su significado suscita. Esto ,
en cualquier caso, no es para nada restrictivo del lenguaje
literario, ergo no puede ser su única característica. Sí es más
reveladora la ambigüedad; sin ningún tipo de carga peyorativo, el
autor elige las palabras que usa con cuidado de escapar de lo común,
y así busca la ambigüedad en sus elecciones. Ha de insistirse en
que no hay nada peyorativo en el uso del vocablo ‘ambiguo’ para
referirse al lenguaje literario.
Siguiendo esta
búsqueda de lo diferente, el autor recurre a la recusación de los
hábitos lingüísticos; usando las figuras literarias, cambian la
sintaxis común. El uso de verbos en tiempos que claramente no
corresponden a la oración, cambios en el orden de las palabras,
paralelismos en estructuras sintácticas… las formas son muy
numerosas.
Heidegger para aquí
a esclarecer una diferencia que ha de tenerse siempre en cuenta: hay
que diferenciar entre la recusación del lenguaje y la charlatanería
vulgar. No hay nada de literatura en decir ‘¿te has comido el
plato entero?’ por mucho que haya una metonimia.
También el uso de
símbolos, mitos y demás tropos es usual en el lenguaje literario.
Nótese que no es lo misma una figura, que cambia disposición de
palabras, que un tropo, que cambia el significado y no la forma.
Aquí encuentran los
estudiosos de la materia un problema: si la forma importa, ¿Cómo
puede decirse que existe arbitrariedad del signo? Si puedo hacer una
metáfora en la que perlas significan dientes, entonces la
arbitrariedad no está, pues el significado de perlas viene dado por
analogía, y no significa ‘dientes’ por arbitrio, sino por
analogía. Por otra parte, la importancia dada a la forma puede
incitar al ‘poeta’ a vaciar su obra de todo contenido, quedando
únicamente su forma. Hay poemas barrocos por completo faltos de
significado.
El gran Jackobson
también ayudó para diferenciar la literatura de la no literatura.
El habla de sus funciones del lenguaje, y destaca una de ellas: la
función mágica. En ella, el mensaje crea su propia realidad, no
refiriendo a verdad de hechos, sino a verosimilitud y coherencia; en
la función mágica, el mensaje no ha de ser real, sino verosímil.
Así pues, para él serán textos literarios aquellos en los que
predomine la función mágica.
Dice A. E Silva,
‘Quedarán excluidas de la literatura las obras que no respondan a
las características antes atribuidas al lenguaje literario y están
despojadas de cualidades e intenciones estéticas; serán literaturas
aquellas que creen su propia realidad, no denotando realidad, sino
coherencia, como en la lírica, el drama o la épica.’’
Hablemos ahora de la
teoría de la literatura, ciencia que estudia el fenómeno literario.
Téngase en cuenta que tocamos aquí una ciencia espiritual, esto es,
subjetiva. Las metas que han de ponerse este tipo de ciencias no son
reunir un grupo de reglas, como puede ocurrir en las ciencias
naturales; estas, que estudian la naturaleza, disciernen de aquellas,
que estudian lo creado por el hombre.
Según algunas
teorías, la literatura es la manifestación ‘hic et nunc’ del
poeta’; ¿Cómo iba a ser objetivo el estudio de tal obra? Croce
censura todo intento por crear una poética o tratar el estudio de
estas obras; considera el entendimiento de la obra como algo
completamente responsabilidad del lector, que nunca se equivoca y
puede pensar lo que quiera de la obra. La imposibilidad de crear un
estudio alrededor de esta teoría la hace desdeñable.
Obviamente, una
ciencia así necesitará del estudio de las obras del pasado, y
efectivamente habrá de apoyarse en otras ramas de la filología para
poder avanzar en el vasto estudio que se propone.
Una teoría de la
literatura habrá de estudiar las estructuras genéricas de la
literatura; las categorías estético-literarias que condicionan la
obra; y establecer un grupo de medios capaz de estudiar el fenómeno
literario.
La T.Lit será
terriblemente fructífera para otras disciplinas, igual que estas
para la T.Lit. Alcanzar resultados válidos en tal terreno implicará
un vasto conocimiento del fenómeno literario; no debe un teórico
caer en tendencias filosóficas que degeneran la obra literaria. El
objeto del teórico no es crear reglas; eso es absurdo. Es el artista
el que, en algún caso, deberá crear sus reglas; al teórico le
corresponde el comprender y obtener conocimiento de la literatura.
Comentarios
Publicar un comentario