A Roma llegan todos
los caminos,
De cada quien el
camino, a Roma
lleva; nunca a
Escandinavia ni a Grecia;
Y no es aquella la
isla del peligro
ni esta una
democracia.
Sólo eran ambas
tierras diferentes
al lugar donde
concurren las sendas;
Sólo eran mentes
distintas, con gracia,
aquellas a las que
llaman pasadas.
Y acabamos con
ellos, los matamos.
Hoy no quedan
Griegos o Escandinavos,
pues los matamos.
Sólo queda Roma
Y dinero Romano; el
conocimiento,
La fuerza o la
inteligencia han muerto.
No manda el vikingo;
no manda el griego.
Sólo nos queda
Roma.
Llegó esta a
Cartago, Hispania y la Galia,
y plantó la semilla
que condena
a la unidad. Que
muera el diferente,
Que muera quien no
quiera ser Romano,
Pase hambre quien
simplemente no pueda;
Y quien de las altas
murallas nazca
fuera, pase sed,
sufra, impreque y muera.
Que eleve el
apellido y no uno mismo,
que sufra el pobre
en derredor del rico,
sin ser este en nada
mejor que aquel.
Hile el Hado una
última chispa Griega
que, silenciosa,
guerrea en su encierro .
Algún loco
Demóstenes que vive
encerrado en
silencio;
Que tiemble Roma
ante el resurgir Griego;
Que vengan Griegos a imprecar a Roma,
Caiga ante el sabio
el poder del dinero.
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