Escribir es
posiblemente la tarea más fácil del mundo. Al contrario que en
otros oficios, como el de carpintero, maestro, basurero, prostituta o
catador de aceites, escribir parece no necesitar una técnica, y eso
que se supone que es arte.
Cualquier persona,
cualquiera, puede escribir, y muchas lo hacen. ¿Qué más da no
saber puntuar? ¿Qué más da no saber conjugar? La gente sólo tiene
que sentarse sola, frente al ordenador, papel o máquina, y teclear
no sé qué mierda sin tildes ni gracia, y ya se llama escritor, y la
gente le llama escritor, y a veces hasta la crítica le llama
escritor. Claro, es que es escritor.
No hay médicos que
no sepan medicina, y si hay alguno, está mal visto; no hay jueces
que no sepan de leyes, aun cuando casi ninguno hace justicia; no hay
camellos que no conozcan su oficio, ni traperos que no tengan qué
aprender y que mucho han aprendido. Sin embargo, hay escritores que
no saben escribir ni leer, es más, creen que por saber leer saben
leer, y esto les condena. En cualquier caso, son escritores a
respetar, gente que merece tu respeto, pues escriben, aunque no
sepan, y no se les debe faltar. Ellos, dicen, son escritores; como
Poe, o Wilde, o Tolkien, ellos son escritores, y la gente así los
aclama. Algunos insensatos incluso se hacen llamar poetas.
Hay que saber para
trabajar de camarero, y hay que saber hasta para ser periodista; hay
que controlar una técnica para ser actor, y hay que tener gracia
para ser cómico. En definitiva, en este mundo, para hacer, hay que
saber, a menos que lo que quieras es escribir. En tal caso,
cualquiera puede hacerlo, y se podrá denominar escritor, y los demás
le llamarán escritor…
Pero, bah, dejaré
atrás la fina ironía y el sarcasmo. Es hora de hablar. Escritor,
sí, pero escritor de mierda. Y no hablo sólo de los que no saben
escribir pero narran en casa, para ellos, sin cobrar, y que se llaman
escritores; no. Éstos, aunque no son nada, se creen escritores, y el
populacho lo concede; pase. Los poetas que publican y no venden, y
cuyas poesías son vanas, sin intención ni actitud estética, y que
son aplaudidos por unos pocos mientras presentan una ‘’obra’’,
tampoco son nada; pero también pase. Ahora bien. ¿Por qué, mundo
cruel, vende más cualquier mierda que Edgar? ¿Por qué, mundo
cruel, sin saber hablar puede uno llegar tan lejos con la pluma?
¿Cómo es posible que el mundo lector acepte con tanta estulticia la
mala obra, en vez de la elevada? ¿Por qué los grandes se mueren de
hambre y los mediocres ganan?
Yo no dejaré tan
barato el nombre de escritor. No es escritor el que publica, gana y
cobra. Tampoco escribe el que se sienta frente al teclado y teclea.
No. El escritor es, debe ser, quien trate de acercarse a los más
grandes. El escritor es, debe ser, aquel que busca la técnica y la
perfección en su arte; le da igual lo que digan, se sabe escritor, y
sabe que todos los que se creen escritores yerran, y saben que todos
los hombres matan lo que aman.
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