¿Mañana será otro día?
¿Cómo iba alguien a vivir, sin saber que cada mañana, que
cada vez que el sol sale y se oculta la luna, amanece un nuevo día? Dudo
sinceramente que nadie pueda sobrellevar el día a día sin tener en cuenta que
cuando se acuesta, todo termina. Como el hombre que se levanta cada mañana,
cansado y con sueño, y sale a trabajar y no vuelve hasta la tarde, exhausto y
aun con más sueño que antes, y que, tras una cena rápida y una ducha, entra en
la cama y, feliz, piensa que mañana será un nuevo día; de la misma forma, por
distintos motivos, así es como muchos humanos nos acostamos: tristes por el fin
de un gran día, o por el contrario con la esperanza de levantarse mejor mañana.
Y yo me pregunto: ¿Qué es mañana y qué es hoy? Medito en el
cambio, en la vida, y en lo que depara el mañana, y tras una larga noche de
poco dormir, al salir el sol, comprendo que nada ha cambiado, que todo sigue
igual. Mis problemas no se han ido, y mis esperanzas siguen sin estar. Reviso
mi correo, hago mis tareas y me encargo de trabajar, y tras un día más, me
encuentro de nuevo en mi cuarto, de noche, cansado, y sabedor de que, como hoy,
mañana mi día seguirá cursando sobre mi vida. Nada cambiará, salvo tal vez el
clima; mi estado anímico, que depende del sueño, parece lo más relevante que
puede mutar.
Yo, que siempre fui hombre del mañana, que cuando me iba de
fiesta, tras una larga juerga de mucho beber y fumar, al salir el sol me
asustaba y apenado volvía a casa, pues la noche se había acabado y un nuevo
día emergía, y no quería empezarlo borracho y antisocial. Lo que quería era
salir, y al día siguiente poder trabajar, y levantarme temprano, y no tener
resaca. Ahora me digo, ¿Y qué más da? ¿Acaso mañana algo cambiará? Me doy
cuenta de la triste realidad, que el mañana es el hoy tras un descanso, y que
el anhelado cambio no hace sino envejecer y consumirme cual vela encendida,
dejando todo tal como está.
Y la gente que teme caer en la rutina, y que cada mañana emprenden nuevas tareas y propósitos, no son sino locos que tratan de pensar
que, día tras día, la vida cambia, y que el 29/6 es por completo lejano al 30/6
¡Ja! Como si entre el 29/6 y el 29/12 pudiera haber alguna diferencia.
La vida es lo único que se extingue, y ni siquiera lo hace
al acabar la noche, sino que avanza inexorable, constante y lenta, y no
envejecemos cada año, sino que con cada segundo que pasa nos acercamos más y
más a la negra parca. Lástima me dan aquellos que despiertan de forma distinta
a como se han dormido, pues ellos son víctimas de la sociedad, y solo cumplen
un papel en ésta: acostarse y levantarse. Para la gente que, por el contrario,
sabe que despierta exactamente donde lo dejó, hay esperanza, pues ellos
lucharan por su vida, y no por un buen día.
Sé que mis palabras son duras y agrias, pero es lo que
siento en mi ánima. Que el estado y lo social nos engaña y enferma es algo
sabido por muchos, pero enfrentado por pocos, pues mientras los que se llaman
revolucionarios piensan que para acabar con la injusticia deben usar sus días
para luchar contra el mandamás, obvian que deben volcar sus esfuerzos en el
entero de sus días, y mientras los vean separados por noches y estrellas, no
comprenderán lo que hacen mal. Uno que no se sepa a sí mismo no podrá vivir en
paz, y envolverá sus días en pequeñas batallas que siente que debe ganar, mas
la única confrontación importante de verdad es saber que cada mañana, en su
cama, es él quien se levanta, y que sigue con su vida, y que aunque el día sea
distinto, tanto el sol, como la tierra y como él mismo, siguen en su antiguo
lugar. De saberlo, enfrentaría así su vida, y no trataría de acostarse
contento, sino de estar contento.
Y me dirán que me compare con cómo era hace muchos años.
Pues claro que he cambiado, pero no ha sido el paso de los días lo que me ha
hecho crecer y aprender, sino el paso del tiempo, que avanza cada instante, y
no con cada amanecer. La noche no es sino una hora más, sólo es el momento en
que estamos de espaldas al dios Febo; la mañana es lo que le sigue, sin más,
otro momento en el movimiento de rotación de la Tierra, igual que la tarde, o
la madrugada, y de uno a otro, nada cambia.
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