No. No fue la locura lo que me llevo a hacerlo. Tampoco la
ira, ni el odio, ni ningún sentimiento. Fueron las voces. Las voces que
persistían día tras día hasta que finalmente me rendí a ellas y los maté.
Ahora tengo tiempo para pensar. Viajo hacia la obscuridad,
hacia la muerte. Las cadenas que tanto tiempo llevo cargando han destrozado ya
mis mermados pies y muñecas causando horribles heridas que apenas siento. Por a
través de la ventana puedo ver la primavera misma; veo cómo la vida crece, cómo
las flores habitan bajo la cálida luz del sol mientras las hojas de los árboles
son mecidas por la suave brisa que supongo las acaricia... jamás volveré a
sentir nada de esto.
Grotesco y cruel es el Dios que me ofrece como última
visión del mundo aquello que jamás tendré, aquello que más anhelo; no es
dichoso el vivo por estar vivo, ni siente el muerto al estar muerto, mas llora
y llora el condenado, que él sí ve que la vida, con sus goces y pesadillas, se
acaba y extingue. Cruel y grotesco es el mundo donde muero.
¡Ja! y piensan que estoy loco, o al menos eso dicen: ¡Loco!
Como si por más llamármelo pudiera yo serlo... ¿Vería un loco la miseria que yo
veo en la naturaleza? ¿Sería un loco capaz de morir y sacrificarse con tal de
liberar a su familia? No, quien así me insulta lo hace desde la falta total de
conocimiento, desde la necedad más absoluta; ellos se creen cuerdos, es más, en
su locura se denominan cuerdos, y apenas ven que eso les condena. ¿Quién sino
un loco podría querer ser más cabal? ¡Ja!
Oigo ahora el chirriante y horrendo canto de los pájaros,
que abandonan sus nidos con la primera luz del alba. Los rayos de sol crean un
dantesco espectáculo de sombras con las copas de los árboles y las colinas
circundantes; yo, con las manos en los oídos y los ojos doloridos por tal
visión, avanzo inexorablemente hacia mi sino. ¿Habrían de estar esperándome mis
seres queridos? Temo que sus pías almas hayan subido al cielo, mientras la mía
está tiempo ha condenada. ¿No es acaso piadoso lo que hice? ¿De verdad merezco
yo, el sacrificado, sufrir las llamas del infierno? ¡Ah! Pero ¡Si ya estoy
sufriendo! Dudo que Satán, Hades, Osiris o Plutón sean capaces de imaginar
siquiera tormentos similares en dolor y agonía a los que yo experimento viendo
cómo vive el mundo, mientras yo ya muero.
Y cuando duermo, ¿Sabéis qué me ocurre? ¿Sabéis con qué
sueño? No, ni os lo imagináis; nadie ha sufrido lo que yo he sufrido y sufro,
¡Nadie! Y aun así intenta el hombre, por el hecho de ser hombre, apartarme y
matarme como si de un mal bicho se tratase... las personas que no saben lo que
es sufrir, los necios que no saben qué es soñar, son los mismos que tratan de
corromper mi cuerpo para alejar de ellos mi alma... como si sus ánimas fueran
más puras que la mía... ¡Ja! Cree el
cuerdo que vive sólo cuando quita, da o mata; piensa el loco, que no ve su
locura, que quien muere, vive, pero no que quien vive muere, y he aquí su
desfachatez: que no ve la muerte aun con esta cerca... y sin embargo, aquí,
viajando en mi última travesía, me pregunto yo, ¿qué es la locura, y cómo se
sabe loco el loco? Temo que sólo un loco, ¡NO!, solo un necio, puede dar
respuesta a estas preguntas. Ahora he de dormirme, esperando tal vez mayor
suerte en muerte de la que he encontrado en vida, pero sabiéndome cuerdo e
inteligente. ¡Ah, ojala, ojala estuviera loco!
Comentarios
Publicar un comentario