Son muchos los que
sin saber hablan de mí y cuentan mi historia, y pocos los que
realmente saben algo. El fuego, la muerte y la destrucción me
crearon; el sufrimiento, la alienación y la desolación formaron mis
mientes tiempo ha. El odio que alberga mi corazón, la ira que mueve
mi sangre, es algo que el humano provocó con su propia estulticia, y
ahora habrá de pagarlo caro. No temo la muerte ni el sufrimiento, no
rehuyo de la sangre ni del dolor, pero me atemoriza la idea de que se
me recuerde por el ser nefasto y sin alma por el que se me conoce por
culpa de hombres sin piedad ni honor, y por eso dejaré aquí escrita
mi historia, para que mi nombre no sea mancillado por todas las
generaciones por venir, sino que éstas puedan juzgarme sabiendo la
triste verdad.
Mis palabras no
son, en cualquier caso, un llanto o un lamento por lo sufrido, sino
un llamamiento a la cordura, un toque de atención para aquellos que
piensan que en una guerra hay un bando bueno y uno malo, y que ellos
defienden la justicia y el bien. Los mismos que me odian, temen y
profanan mi nombre, son los que me crearon, y ahora que sufren las
consecuencias me acusan de loco, pero no es cierto.
Por otra parte,
es imposible pensar que tantos miles de seres me siguieran
incondicionalmente hasta la muerte o la victoria si no tenía yo más
que pensamientos de destrucción y muerte; otra es mi historia,
aunque no sea pública, y aunque nunca estas letras sean leídas, me
daré por satisfecho con saber que la verdad, mi verdad, quedará
escrita...
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