A eso de las 6 de la mañana, cuando
la noche empieza a acabar, dos amigos caminan borrachos por las
siniestras y obscuras calles de Sevilla. Van los dos dando tumbos sin
pronunciar palabra, pero no era aquel uno de esos silencios hondos y
profundos que llenan de vacío el ambiente, no; era uno de esos
silencios en lo que no hay cabida a la incomodidad; uno de esos que uno ama y respeta tanto que incluso le da miedo romperlo.
Cuando algo no supera el silencio... y ese silencio no se podía
superar, pues era pleno.
Uno de los amigos puso una canción
sin decir nada, pero ésta no hizo sino profundizar la armonía sin sonidos,
haciendo aun más inconcebible la idea de romperla diciendo alguna
enormidad.
Cuando unas pocas y minúsculas gotas
de lluvia cayeron del cielo, lo último que cualquiera de los dos
pensó fue en comentarlo. Simplemente, ambos sonrieron y siguieron su
placentera senda a casa.
Quedaba mucho hasta que el camino de
ambos se separara, pero de verdad parecían dispuestos a mantener ese
hermoso silencio tan difícil de disfrutar en compañía. Desde
luego, no había muchas personas que pudieran unirse al camino sin
enturbiar el silencio, pero alguna había.
La primera canción termino, y al
inicio de la segunda, uno de los dos amigos sostuvo el silencio y lo
mejoró: 'Puf'. Dijo. Y asintió sonriente mientras escuchaba, sin
oír, el tema. Apenas se percataron de que la espontanea lluvia había
cesado.
La interminable carretera por la que
volvían de la rave se hacía infinita ante sus ojos, aunque era
evidente que no lo era...
Cuando entraron en la ciudad
encontraron coches y personas madrugadoras que iban a trabajar.
Lejos de lo que se pueda imaginar, este fue el mayor refuerzo que
tuvo el silencio. Entonces se encontraron con otro amigo... bueno,
tal vez con un conocido... y él sí rompió el silencio... hablaron
unos minutos con él y luego se marcharon insultándolo. '¿Cómo
puede ser alguien tan estúpido?' Iban diciendo.
Sin embargo, tras unos cuantos
metros consiguieron recuperar el silencio perdido, y ambos volvieron
a sumirse en sí mismos sin preocuparse del otro. Eso es, en mi
opinión, lo que diferencia a un amigo de un conocido: la capacidad
de respetar el silencio y de centrarse en uno mismo sin que el otro
se moleste no se da nunca entre dos conocidos, pero se da siempre
entre dos amigos. ¿Con cuantas personas puede alguien disfrutar un
silencio? Con poca, al menos en mi caso.
Entonces, justo cuando la noche
terminó, llego la bifurcación de los caminos, y ambos se
dispusieron a seguir el suyo. Chocando las manos, se prometieron:
'nos volveremos a ver' Y, tras cantar y escribir mucho, volvieron a
verse y, tras mucho tiempo, volvieron a disfrutar en el silencio.
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